El conjunto arquitectónico de Pisa (Arte Románico)

Durante la época del románico, Italia se encontraba políticamente fragmentada. Su arquitectura románica se caracterizó por un desarrollo regional muy variado. Abierta a las influencias y a los contactos con Oriente, el sur y Europa occidental, era una tierra rica en experiencias y soluciones. La tradición clásica y el aprovechamiento de materiales antiguos son dos características específicas que contribuyeron a las grandes innovaciones arquitectónicas. El uso frecuente del ladrillo, sin excluir la piedra, las grandes naves abovedadas y la abundancia de la decoración mural constituyen rasgos comunes a varias regiones.

En el norte de Italia se desarrolló una arquitectura sobria y abierta a las influencias del sur de Francia. La arquitectura románica lombarda se vio a la vez, alimentada y frenada por una tradición arquitectónica ininterrumpida se remontaba a la época romana y paleocristriana y que incluye los monumentos de Rávena y San Ambrosio de Milán, esta última adopta también planta basilical con dos naves laterales. Un atrio, fiel a la herencia paleocristiana, precede al conjunto. El alzado con tribunas y la expansión de las bóvedas de crucería por todo el edificio anuncian, sin embargo, los nuevos modelos arquitectónicos del románico.

El centro de Italia se distingue por una decoración muy abundante en detrimento de la propia arquitectura, y presenta diferencias locales considerables, por ejemplo, entre los monumentos pisanos y florentinos. Encontramos un rasgo propio del Imperio Romano: el revestimiento de mármol blanco incrustado en bandas horizontales y motivos ornamentales del mismo material color verde oscuro. Esta técnica sólo aparece en Italia central. En el exterior se combina con arcaturas y galerías, lo que produce un efecto muy elegante, de encaje, muy distinto de los exteriores paleocristianos, tan sobrios y austeros.

Los arquitectos de Pisa consiguieron un gran número de innovaciones, perfectamente ilustradas en el conjunto de la catedral, el baptisterio, el campanile (o torre inclinada) y el Campo Santo. Sólo el hecho de construirlo en medio campo, aislado, demuestra el sentido de monumentalidad del maestro románico. Todo el conjunto catedralicio está decorado en su exterior con mármol blanco y oscuro de Carrara, para producir efectos cromáticos.

Catedral de Pisa

La catedral, comienza su construcción a principios del siglo XI y se consagra un siglo más tarde. Es el paradigma del románico de Pisa, tiene planta de cruz latina, con una nave central y cuatro naves laterales y una cúpula en el crucero que el interior descubren su vocación paleocristiana en el artesonado. El edificio destaca, en especial, por su decoración exterior de mármol que entre el ábside y la fachada, se dispone en tres registros delimitados por cornisas. Encontramos, de forma sucesiva, una serie de grandes arcadas ciegas, un nivel de pilastras y, por último, otra sucesión de arquería. El conjunto se completa con rosetas e incrustaciones de mármoles policromos de influencia oriental.

Baptisterio de Pisa

El baptisterio de  Pisa, proyectado por Diotisalvi y comenzado en 1152, es de planta circular y su decoración se basa en la de la catedral. Está rodeado por una especie de deambulatorio de  dos niveles, con bóvedas sostenidas por pilares y columnas alternativamente. Un siglo después se añadieron adornos góticos. La cúpula, por su parte, data del siglo XIV.

Campanile (o torre inclinada) de Pisa

El Campanile, obra de Bonano Pisano, es una torre cilíndrica, decorada con galerías de arcadas al estilo de la catedral. Está adornada en el exterior con columnas y arquerías que envuelven totalmente el edificio. El asiento diferencial de sus cimientos la convierten en la torre inclinada más famosa de la Historia del Arte.

El conjunto se complementa con el Campo Santo, decorado en el exterior por arcaturas y en el interior por un pórtico ubicado dentro de un recinto rectangular.

El conjunto arquitectónico de Pisa nos habla de una ciudad-estado competidora de otras repúblicas italianas pobladas por ricos burgueses que pueden permitirse financiar una obra de envergadura como manifestación de la riqueza y el esplendor de la ciudad.